Aportes para la industria de la construcción
El Laboratorio de Hormigones de la Facultad de Ingeniería de la UBA comenzó a funcionar en su actual espacio en el año 1995, a través de un convenio con el Instituto del Cemento Portland Argentino (ICPA). “Desde ese inicio hasta el año 2001, el Dr. Luis Fernández Luco fue el jefe del Laboratorio, donde se llevaron a cabo diversos trabajos de investigación con becarios elegidos entre los alumnos de la Facultad que querían participar. Yo tuve el honor de participar de la primera camada de becarios en 1996”, recuerda el Ing. Humberto Balzamo, actual jefe de este espacio de investigación de la FIUBA.
El Ing. Balzamo detalla que la durabilidad del hormigón estructural; la sostenibilidad de la construcción a partir del uso materiales reciclados; el desarrollo de hormigones especiales (porosos, livianos, de Retracción compensada) y la puesta en práctica de herramientas de diagnóstico de patologías practicando ensayos no destructivos, son algunas de las principales líneas de trabajo del Laboratorio de Hormigones de la FIUBA, que se encuentra ubicado en el tercer piso de la sede de Av. Las Heras 2214.
“El objetivo del desarrollo de estas líneas de investigación es brindar a la industria de la construcción las herramientas necesarias para mejorar la calidad de las obras civiles, tanto desde el punto de vista de la vida útil de la estructura (durabilidad) como desde el medioambiente (sostenibilidad). En la actualidad, por ejemplo, se llevan a cabo tareas de asesoramiento para la industria en el control de calidad de durmientes de hormigón pretensado y en el ataque ácido de estructuras de hormigón, entre otras”, explica Balzamo, quien destaca que también, y de manera constante, se realizan acciones de transferencia y asistencia en distintas materias de grado y posgrado.
En lo que respecta al equipamiento, el Laboratorio de Hormigones cuenta con una prensa servoasistida de 150 toneladas de capacidad a compresión (1500 kN) para el ensayo de probetas, bloques y distintas piezas de hormigón; mezcladoras de eje vertical y rebatibles de distinta capacidad; una cámara húmeda y cámara seca para adecuar las probetas y/o los ensayos según la necesidad de cada caso. En cuanto a ensayos no destructivos, el laboratorio dispone con equipos electrónicos de esclerometría (que mide dureza del hormigón), ultrasonido, detector de armaduras y un instrumento para establecer corrosión de armaduras en el hormigón.
De esta usina de proyectos y soluciones de vanguardia para la industria de la construcción, a la fecha participan investigadores con varios años de experiencia en la materia, jóvenes profesionales, un técnico y alumnos becados por el Consejo Profesional de Ingeniería Civil (CPIC). “Asimismo –dice Balzamo–, todos los años se invita a los alumnos a participar de los concursos organizados por la Asociación Argentina de Tecnología del Hormigón (AATH) y la Asociación de Ingenieros Estructurales (AIE) para que lleven a cabo sus ensayos y puedan representar a la FIUBA en dichos eventos”.
Como se sabe, el vínculo entre la universidad y el mercado industrial de base tecnológica nunca fue sencillo. Para Balzamo, algo es seguro, el potencial es enorme: “Las universidades pueden brindarle a la industria un sinfín de propuestas y soluciones para sus necesidades. El quid de la cuestión es cómo armar ese ‘puente’ entre ambos… Al respecto, tenemos un ejemplo reciente y muy claro: un docente de la FIUBA nos planteó la necesidad realizar ensayos sobre paneles de 1,20 de ancho por 2,40 metros de altura con el fin de evaluar su aptitud para luego obtener el Certificado de Aptitud Técnico (CAT), que extiende la Dirección de Tecnología de la Subsecretaría de Vivienda de la Nación a todo sistema constructivo que sea considerado ‘no tradicional’ por dicho organismo. Entonces, con nuestra experiencia y conocimiento, y el apoyo del Laboratorio de Materiales y Estructuras de la FIUBA, logramos que varios productores de este tipo de placas pudieran obtener el CAT para su sistema de producción. Creo que este es un buen ejemplo del tipo de aportes que pueden concretarse desde un laboratorio perteneciente a la universidad pública hacia el entramado productivo”.