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Biocombustibles

4 de agosto de 2021, 15.00
Hace veinte años, luego de finalizar sus estudios de doctorado en la UBA, la Dra. Inga. Silvia Daniela Romano debió elegir el tema sobre el cual iba a enfocar sus investigaciones. La relación de la ingeniería con las cuestiones ambientales le interesaba, y pronto comenzó a interiorizarse, cada vez más, en las formas de implementar a nivel mundial las energías renovables o en cómo reducir la dependencia del petróleo como fuente de energía para el transporte.

De aquellos recursos energéticos, uno en particular despertaba más su curiosidad, tal vez porque hasta ese momento ningún científico argentino había publicado trabajos internacionales sobre el tema: los biocombustibles líquidos, o sea, el biodiesel, el bioetanol, el bioaceite.

Hace veinte años, luego de finalizar sus estudios de doctorado en la UBA, la Dra. Inga. Silvia Daniela Romano debió elegir el tema sobre el cual iba a enfocar sus investigaciones. La relación de la ingeniería con las cuestiones ambientales le interesaba, y pronto comenzó a interiorizarse, cada vez más, en las formas de implementar a nivel mundial las energías renovables o en cómo reducir la dependencia del petróleo como fuente de energía para el transporte. De aquellos recursos energéticos, uno en particular despertaba más su curiosidad, tal vez porque hasta ese momento ningún científico argentino había publicado trabajos internacionales sobre el tema: los biocombustibles líquidos, o sea, el biodiesel, el bioetanol, el bioaceite.

Tiempo después, las inquietudes en relación a los combustibles alternativos se concretarían en un ámbito científico: en 2002, bajo la dirección de Romano, se creaba el Grupo de Energías Renovables de la FIUBA (GER), un espacio dedicado a la formación de recursos humanos en biocombustibles líquidos y al desarrollo de tecnologías para producir y controlar la calidad del biodiesel.

Consultada por .ing acerca de los factores mundiales que estimulan los aportes del grupo, Romano explica que en los últimos años, con el propósito de diversificar la matriz energética, el uso de biocombustibles líquidos fue cobrando mayor trascendencia, sobre todo el biodiesel y el bioetanol. “El biodiesel se produce a partir de aceites vegetales o grasas animales y el bioetanol se produce a partir de sustancias ricas en carbohidratos (sacarosa, almidón o celulosa). Luego de los procesos de conversión, hay una serie de etapas de separación y purificación para lograr que el biocombustible tenga la calidad adecuada”, detalla la directora del GER.

Desde ya que un elemento imprescindible para incentivar este tipo de producciones fue la ley Nro. 26093/2006 de Regulación y Promoción para la Producción y Uso Sustentables de Biocombustibles –y su posterior decreto reglamentario Nro. 109/2007–, a partir de la cual se establecieron cortes obligatorios de biocombustibles en las mezclas de combustibles fósiles, que en la actualidad, alcanzan un diez por ciento de biodiesel en la comercialización de gasoil y un doce por ciento de bioetanol para la nafta.

Agrega Romano que sumado al marco legal, existen normas nacionales e internacionales para medir las propiedades que garantizan la calidad de los biocombustibles, como también propiedades alternativas, que brindan información útil sobre la calidad del producto y permiten ampliar el espectro de tecnologías de control de calidad y detección de contaminantes durante el proceso de producción. “El estudio de propiedades de calidad de biodiesel de distintas procedencias (aceite de soja, colza, palma, maíz, ricino, girasol, canola, jatropha, algodón, etc.) y del bioetanol y sus mezclas con diesel y nafta, respectivamente, fueron ejes centrales de proyectos UBACyT –detalla la investigadora–. A partir de allí se elaboraron correlaciones y base de datos, y se obtuvo información indispensable para diseñar y construir equipamiento de control de calidad”.

Leé nota completa en el séptimo número de la revista .ing.