Homenaje al Ing. Ciancaglini
El lunes 16 de junio, en el marco del Día del Ingeniero, se llevó a cabo el acto de homenaje al Ing. Humberto Rafael Ciancaglini. A partir de esta ceremonia –que incluyó el descubrimiento de una placa conmemorativa–, las instalaciones del Salón de Consejo Directivo llevan el nombre de quien fuera decano de la FIUBA en la tristemente célebre Noche de los Bastones Largos.
El homenaje contó con la participación del Sr. Decano de la FIUBA, Prof. Ing. Horacio Salgado; el Ing. Alberto Dams, subsecretario de Legal y Técnica y los ingenieros Luis Di Benedetto y Pedro Joselevich.
El titular de Ingeniería de la UBA Horacio Salgado, expresó que “dándole el nombre de Humberto Ciancaglini a nuestro Salón del Consejo Directivo, estamos homenajeando a una persona ética, de principios, que en el momento en que sufrimos una de las tantas y espantosas dictaduras, como fue la de Onganía, tuvo la valentía y el coraje de renunciar a su cargo de decano y también al de profesor”.
Por su parte, el Ing. E. Dams señaló que Ciancaglini “fue un profesor ilustre. El primer egresado de un posgrado de ingeniería de radiocomunicaciones generado en el país. Era un autodidacta, y es un ejemplo claro de eso, pero también ha respetado la formación formal. Pero para resumir, si hay algo que decir de Humberto Ciancaglini, es que era un buen tipo”.
En su exposición, el Ing. Di Bendetto señaló que “la ingeniería nos da lo que representa justamente Ciancaglini: el ingenio. Tuve la suerte de compartir muchas cosas con él, incluso como alumno. Recuerdo la Noche de los Bastones Largos, en la que ‘Cianca’ nos defendía a los que éramos alumnos. Era un decano que iba y escuchaba las clases. Un hombre que realmente quería a la Facultad, que toda su vida se dedicó a la profesión. Hoy, esta Casa de Estudios, nuestra casa, rinde homenaje a un grande”.
“Fue una especie de profesor estrella para todos los que tuvieron la suerte de ser sus alumnos”, dijo el Ing. Pedro Joselevich, quien agregó que el Ing. Ciancaglini “transmitía una especie de cariño, que no sentía solamente por los alumnos y por los ingenieros, sino por todo aquel que quisiera aprender. El aprendía y enseñaba. Tenía también otra cualidad que era gatillar buenas intenciones de gente entusiasta, por ejemplo, la creación de los laboratorios. Era un tecnólogo de raza, el sentía que todo se podía hacer”.
**Contexto **
Vale recordar que durante su trayectoria, Ciancaglini fue Profesor Emérito de la UBA y miembro titular de la Academia Nacional de Ingeniería. Graduado como ingeniero Civil en esta Casa de Estudios en 1924, prestó servicios en esta facultad durante más de 40 años, sin contar los períodos de conculcación de la Autonomía Universitaria.
Pionero de la investigación aplicada en los inicios de la Radiotecnia, en la Electrónica Industrial y en la Electrónica Nuclear, director fundador del Consejo Nacional de Investigaciones Científica Técnicas en el período 1958-1966, director en la Comisión Nacional de Energía Atómica hasta el Golpe de Estado propiciado por la autodenominada “Revolución Argentina”.
Fue decano de la FIUBA en lo que se conoce como “La Noche de los Bastones Largos” –transcurrida en julio de 1966–; cargo del que fue separado por la Junta Militar de aquel entonces.
Hasta sus 94 años demostró su vocación docente concurriendo diariamente a su laboratorio, ubicado en el Departamento de Electrónica, donde asesoraba al plantel de docentes y estudiantes. Falleció en marzo de 2012.
En uno de los textos publicados por Ciancaglini puede leerse el siguiente fragmento: “Un profesor, además de idoneidad y conocimientos pedagógicos, debe tener entusiasmo en su actividad profesional de desarrollo y sensibilidad humana para interpretar los problemas sociales que el estudiante pudiera tener y para decretar la forma en que desarrolla su enseñanza hacia la construcción de su solución”.