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Hitos y personalidades - Luis Augusto Huergo

La figura de Luis A. Huergo se transformó en un emblema de la ingeniería argentina, no solo por haber sido el primer ingeniero en recibir su título en el país, sino por su trayectoria profesional en los ámbitos más diversos y la defensa incansable de sus convicciones. Ejemplo de ello fue su propia tesis de graduación, en la que esbozaba ya un debate en relación al ancho de trocha conveniente para los ferrocarriles, defendiendo la trocha ancha frente a la idea de “importar” la trocha angosta que usaban ciertos países europeos. La idea de fondo de Huergo es que no podían extrapolarse las condiciones geográficas y económicas de otros países para decidir las obras que necesitaba el país, sino que debía estudiarse en concreto qué era lo más conveniente para la Argentina. Y en este sentido, los ingenieros argentinos eran posiblemente los que mejores condiciones tenían para comprender estos problemas y plantear soluciones. Huergo defendió desde el inicio el valor de la ingeniería argentina y se opuso a que se prefiriesen ingenieros europeos por el solo hecho de provenir de esa región.

Algunos años más tarde, estos vectores se cruzaron en relación a la cuestión del puerto de Buenos Aires. Huergo dirigió la construcción en 1876 del puerto en el Riachuelo, el primero que tuvo Buenos Aires. Se trató de una de las primeras grandes obras de la ingeniería argentina, que transformó una zona de difícil acceso incluso para lanchas pequeñas, en un puerto para buques de ultramar. En 1883, el vapor transoceánico L’Italia fue recibido de fiesta por el barrio de La Boca. Huergo presentó luego su proyecto definitivo para el puerto de Buenos Aires, con un sistema de dársenas transversales a la costa, en forma denticular o de “peine”. Sin embargo, el gobierno optó entonces por el proyecto de Eduardo Madero, cuya construcción estaría a cargo de tres ingenieros ingleses, con diques paralelos a la costa e interconectados. Huergo cuestionó duramente el proyecto elegido por sus costos y posibles dificultades operativas y sostuvo sus críticas por más de veinte años. Finalmente, la historia le dio la razón: hacia 1902 el Puerto Madero estaba colapsado y en 1907 el gobierno decidió construir el Puerto Nuevo, tomando como base el diseño de Huergo.

Cabe destacar que prácticamente no hubo rubro en el que Huergo no se involucrara: vías navegables, ferrocarriles, construcción de puentes, instalación de industrias, inundaciones, minería. También tuvo una extensa labor docente y académica. Fue decano en la UBA por dos períodos, y fundador del Centro Nacional de Ingenieros (hoy Centro Argentino de Ingenieros) y de la Sociedad Científica Argentina. En 1910, fue presidente extraordinario del Congreso Científico Internacional Americano.

Ese mismo año, ya con 73 años, aceptó la dirección del primer yacimiento de petróleo argentino en Comodoro Rivadavia, vislumbrando su importancia potencial. De este modo, se convirtió en un pionero en la defensa del petróleo argentino y un precursor de la posterior fundación de YPF, creada en 1922. En medio de esa tarea, Luis Augusto Huergo falleció en 1913, a los 76 años.